Farina fue un bohemio con todas las letras y no sólo por su espíritu andariego, su militancia de ratón de biblioteca y hasta por su permanente humor de acidez contestataria que expresaba de la boca para afuera, sino también porque por sobre todas las cosas era un cultor de la amistad, forjada en su Montevideo natal, cincelada en su Villa Crespo de adopción y motorizada en su amor irreversible por Atlanta y por el tango.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario