
A pesar de su belleza los segunderos seguían indiferentes su estúpido recorrido.
Las campanas marcaban con saña las horas y el sereno vociferaba casi con sorna que todo estaba sereno.
Descubrió que el tiempo le era infiel, aun peor. Le era indiferente.
Mareado y confundido cayo al estanque y se ahogo.
Las campanas marcaban con saña las horas y el sereno vociferaba casi con sorna que todo estaba sereno.
Descubrió que el tiempo le era infiel, aun peor. Le era indiferente.
Mareado y confundido cayo al estanque y se ahogo.
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