24.7.05

A Pepe, Pepa y Ramirez


Recorre indiferente a propios y extraños
sus dominios;
Vigila atento la oscuridad de los rincones,
como si por ella pudiera filtrarse un algo.
Solo él ve las centellas de los ecos al pasar,
De tanto en tanto persigue las ideas que nos son prohibidas y
pone en ello el afán de un devoto guardián.
Cuando creemos que duerme reza y cuando dormimos vigila.
Llena con encomiable habilidad los silencios extraños, salvaguardando
nuestra ignorancia.
Aterciopelado vigía de nuestro reposo,
un guardia de andar elegante y una envidiable economía de movimientos.

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