17.6.11

Lecturas y puteadas


El argento gusta de la mala palabra, los jóvenes la usan sin tapujos a falta de adjetivos o por no importarles su ignorancia lingüística de ultima hacen bien son jóvenes y por analogía rebeldes.

El cinéfilo aplaude a los grandes puteadores, se regocija y respira profundo cuando uno de ellos maldice a los vientos del mundo.

La señora con cacerola pero sin campo blasfema en la intimidad, nunca en público y solo con pares. Es, en su grupo, la puteada una especie de chascarrillo interno.

Están los que entiende o creen entender el valor de una buena puteada y están a su vez los que cuando putean quedan como en el aire, expuestos y s que la puteada no es para cualquiera, ni la puede soltar cualquiera. Es como un don de gentes o se sabe putear o no se sabe de seguro no se aprende.

Hace algunas noches asistí a la lectura de un amigo poeta. Poetas que leen poemas ¿se imaginan? Uno de sus más hermosos poemas comienza con una puteada. Una buena puteada, una de esas puteadas que marcan terreno, que fijan posición y es que el arte de putear tiene ese yo que se mágico, es capaz de dividir las aguas, las masas el publico, este auditorio. Mi amigo comenzó la lectura del poema con esa clase de puteada y la gente se rió y automáticamente se margino. No entendieron el poema tras la puteada, un gran poema de amor. En general todos esperaban acobachados, entre risillas la próxima puteada para largar su carcajada; pobre de ellos. Nunca llego.

No hay comentarios.: